editorial

De la biblioteca a la oficina: por qué las mujeres no triunfan en la empresa como en la universidad

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El buen rendimiento en los estudios no garantiza una carrera de éxito en la empresa. Las mujeres que se incorporan al mercado empresarial necesitan desarrollar  capacidades más allá del tesón y el trabajo duro.

Probablemente es una realidad bastante conocida que en nuestro país el porcentaje de mujeres que se gradúa en estudios superiores universitarios es mayor que el de los hombres. En el último curso con datos (2016-17), las mujeres representaron el 58,4% de los egresados en el Grado y el 57,0% en el Máster.

Pero no solo eso. Quizá sea una realidad algo menos conocida que las mujeres obtienen en líneas generales mejores resultados académicos que los hombres. Según el Anuario de los Indicadores Universitarios 2018 del Ministerio de Educación y Formación Profesional, ellas obtienen una nota media más alta en el expediente académico del Grado (un 4% superior); terminan el Grado en el tiempo previsto entre 10 y 20 puntos más que los hombres, superan más créditos que ellos (casi 10 puntos más) y abandonan menos la carrera (casi 10 puntos menos).

Y sin embargo, como ya sabemos, la tasa de inserción laboral, la calidad del empleo, la tasa de paro y el salario medio de las mujeres son notablemente peores que los de los hombres. Y el aspecto que más quiero destacar: solo el 27% de los directivos son mujeres en nuestro país, cifra no sube desde 2017 (Informe de Grant Thornton “Women in Business” 2018).

Si las mujeres no están llegando a los puestos directivos, no es por falta de ambición. En la Encuesta sobre Diversidad de Género 2017 de Hays (más de 4.000 respuestas de hombres y mujeres en España), la aspiración de ambos sexos en alcanzar puestos directivos es muy similar. Además, el 28% de ellas se declara insatisfecha o muy insatisfecha con su puesto de trabajo, 6 puntos más que los hombres. Y por último, el Informe “Cracking the Code” de KPMG 2014 concluye que las mujeres se vuelven más ambiciosas sobre el liderazgo a medida que avanza su carrera a posiciones senior.

Los buenos resultados en los estudios denotan características muy positivas y muy relevantes para el mundo de la empresa. Hablamos de responsabilidad, disciplina, voluntad, afán de superación y un compromiso con los objetivos fijados, además de, en principio, una buena cabeza.

Pero los estudios son, en general, una actividad solitaria. Los resultados dependen en un alto grado de uno mismo, de la propia capacidad de investigación, aprendizaje y comprensión. Y si estudias y tienes las capacidades, generalmente obtienes resultados.

El problema reside en que la fórmula de éxito en las bibliotecas es insuficiente cuando llegamos a las oficinas. Viendo la evolución temprana de nuestras buenas estudiantes en las empresas, podríamos decir que las mujeres jóvenes (y no tan jóvenes) de alguna forma extrapolan su comportamiento en la universidad al mundo de la empresa: esperan que trabajando duro y dando resultados, llegarán a donde desean hacerlo. Que con disciplina y capacidad de superación pero relativamente solas, como en los estudios, lo conseguirán. Y piensan además que alguien ya se dará cuenta de su valía.

Sin embargo, ya sabemos que esto no es suficiente en el mundo de los negocios. Sabemos que para desarrollar carrera o ganar responsabilidad en la empresa es esencial mostrar seguridad en uno mismo; construir relaciones de calidad dentro de la compañía; disponer de una red de contactos o networking que te pueda ayudar y apoyar cuando necesario; contar con sponsors y personas senior que apuesten por ti; resaltar tus propios resultados o tu conocimiento experto y comunicar con acierto tu trayectoria profesional. Si consiguiéramos que las mujeres desarrollaran estas capacidades al mismo nivel de los hombres, mejoraría de manera importante su promoción dentro de la empresa.

Orientar adecuadamente a las mujeres jóvenes que se incorporan al mercado laboral tiene una importancia capital en el avance del talento femenino de la empresa, porque en el primer paso a manager o gerente reside la llave de la cuestión. Según el Informe “Women in the Workplace 2017” de McKinsey, las mujeres tienen un 18% menos de probabilidades de ser promocionadas en esta primera etapa, y después todo cae en cascada: si esta tasa de promoción fuera igualitaria entre hombres y mujeres, el número de mujeres en puestos de alta dirección y en el comité ejecutivo sería más del doble.

Si nos importa el futuro laboral de nuestras hijas, sobrinas, hermanas o conocidas más jóvenes, está a nuestro alcance ayudarlas dentro de la esfera familiar o personal de varias maneras:

  • Orientarlas a tomar realidad y contacto con el mundo de la empresa cuanto antes, ya sea en prácticas, becas o esquemas similares, para ir entendiendo sus pautas de funcionamiento, aun dentro de la universidad.
  • Animarlas a actividades que construyen autonomía, iniciativa y seguridad en sí mismas, tales como ganar su propio dinero para sus gastos, desarrollar proyectos propios o estadías fuera de casa o en el extranjero.
  • Alentar la ambición profesional de forma sana, mediante proyectos o trabajos que les motiven y donde sientan que pueden aportar y trabajar en algo que les importa.

En cuanto a las empresas, algunas medidas relativamente sencillas podrían tener impacto real en el avance a futuro de las mujeres con ambición profesional, tales como:

  • Formar a estas mujeres en la importancia de las relaciones dentro del mundo de los negocios y la creación de un networking relevante desde etapas tempranas.
  • Transmitirles igualmente la conveniencia e interés de comunicar tanto sus resultados y logros como sus aspiraciones, aportando unas bases razonadas de las mismas.
  • Alentarlas e invitarlas a expresar su opinión, aunque no la emitan de modo espontáneo, de tal forma que vayan adquiriendo confianza en la dinámica de trabajo de la empresa.
  • Y sobre todo, asegurar neutralidad en la promoción en los primeros escalones de responsabilidad e igualdad de estas oportunidades.

Aprovechemos el talento de las mujeres en el mundo empresarial. Que no se quede en mero rendimiento académico. Un esfuerzo colectivo y deliberado puede empezar a hacer la diferencia, empezando desde el principio.

Sylvia Jarabo

Managing Partner, Promising Women

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